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El libro referido en la serie éxito de Netflix que aborda las constelaciones familiares.

Identifica y resuelve los traumas familiares heredados. 

La evidencia científca muestra que los traumas pueden ser heredados.
Existen pruebas fiables de que muchos problemas crónicos o de largo plazo pueden no tener su origen en nuestras vivencias inmediatas o en desequilibrios químicos de nuestro cerebro, sino en las vidas de nuestros padres, abuelos o bisabuelos.

Mark Wolynn, fundador y director del Instituto de Constelaciones Familiares (FCI) y pionero en el estudio de los traumas familiares heredados, presenta en "Este dolor no es mío" un enfoque transformador que permite resolver problemas crónicos que no han podido ser aliviados mediante la terapia tradicional, los medicamentos u otras medidas.

¿Por qué nos afectan los traumas de nuestra familia? Incluso si no sabemos nada sobre la vida de nuestros padres o abuelos, las vidas que llevaron y los traumas que soportaron pueden tener un impacto en nosotros. Los traumas pasados pueden conducir a patrones de comportamiento que tienen un impacto duradero en la dinámica familiar. Sabemos que las personas frecuentemente ocultan los efectos del dolor o de los acontecimientos. Sin embargo, es fundamental que encontremos una forma de lidiar con las secuelas del trauma. Si no lo hacemos, las familias pueden quedar atrapadas en un círculo vicioso de emociones heredadas. Por ejemplo, la muerte de un hijo es una tragedia para una pareja, y si la pareja se niega a lidiar con la realidad de la situación, reprimiendo sus emociones, lo más probable es que transmita este trauma a un segundo hijo. Los eventos también pueden tener un impacto en nuestra biología. Los pensamientos negativos y las según la investigación, alteran el código genético o ADN de una persona. Una persona que ha experimentado un trauma puede transmitir genes “traumatizados” a sus hijos. Emociones como el miedo o la ira, según Bruce Lipton, biólogo celular de la Universidad de Stanford, pueden “alterar bioquímicamente la expresión genética de nuestra descendencia”. El trauma altera las hormonas del estrés y los padres transmiten estos cambios a sus hijos. Rachel Yehuda, investigadora de la Escuela de Medicina Mount Sinai de Nueva York, estudió a supervivientes del Holocausto que sufrían trastorno de estrés postraumático o PTSD. Descubrió que la hormona cortisol estaba anormalmente baja en los cuerpos de los supervivientes del Holocausto y los veteranos de guerra. Después de un evento, el cuerpo eleva los niveles de cortisol en un intento de “normalizar” los sistemas del cuerpo. Las personas con PTSD, en cambio, con frecuencia tienen niveles de cortisol crónicamente bajos y, como resultado, pueden transmitir este rasgo a su descendencia. En general, el trauma afecta no solo a una persona, sino a toda una familia. Entonces, para identificar y superar el trauma, también debemos examinar a la familia.